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DIARIO LA CAPITAL
Martes 04 de Octubre de 2016

Francisco Netri: convicciones hasta la muerte

El 5 de octubre de 1916, al salir de su casa, el doctor Netri fue asesinado por Carlos Ocampo, ex empleado de Federación Agraria. A Ocampo se lo consideró el autor del hecho, pero ¿alguien había pagado al asesino?

Francisco Netri fue uno de los tantos inmigrantes que llegó en 1897 a la Argentina. Había nacido en Albana de Lucania, Italia, pero lo distinguía de la mayoría que era graduado como abogado en la Universidad de Nápoles y se había especializado en legislación rural, preocupado por los temas sociales, con una profunda influencia de Enrique Ferri, Juan Giuolitti y Francisco Netti.

En Rosario se vinculó al círculo social de familias compatriotas. Frecuentaba reuniones de intelectuales: apoyó la fundación del Círculo de Prensa y el Ateneo, entre otras iniciativas relacionadas a la colectividad, como la Sociedad Dante Aligheri, el Círculo Italiano, Asociación Unione y Benevolenza. También enseñó italiano en el Colegio Nacional de Rosario. Revalidó su título de abogado en la Universidad del Litoral e inmediatamente quedó al servicio de los inmigrantes italianos, en especial de los dedicados a la actividad agrícola, que habían llegado a nuestras tierras con la perspectiva del progreso y la esperanza.

Pero ese mundo de ilusiones no siempre concordaba con la realidad que les tocaba vivir. Los chacareros sufrían penurias y necesidades: explotación de los terratenientes, endeudamiento con los comerciantes y altos precios en los arrendamientos de las tierras. Sus hermanos, los curas párrocos Pascual Netri, de Máximo Paz, y José Netri de Alcorta, se involucraron cada vez más profundamente en la problemática social agraria a medida que los conflictos se agudizaban. Ni curas ni chacareros se intimidaron, sino al contrario: viajaron a Rosario para contactarse con su hermano abogado Francisco Netri, en busca de consejos para encontrar soluciones a las tensiones.

Netri, “uno de los abogados más prestigiosos de Rosario”, como expresa Plácido Grela en su libro El grito de Alcorta, tomó la defensa de sus compatriotas y al poco tiempo cientos de telegramas llegaban a su estudio, denunciando los atropellos cometidos por las autoridades y reclamando su presencia en las zonas rurales afectadas.

El abogado partió en tren con destino a Alcorta, cuando se decidió la huelga agraria, junto con periodistas de distintos medios, entre ellos los del diario La Capital. En el recorrido, mientras los ilustraba sobre los problemas agrarios, los comentarios daban cuenta sobre la gravedad de lo que estaba sucediendo: “No existían antecedentes en el campo de manifestaciones colectivas de tal magnitud”.

“A través de la leyenda de oro de nuestras grandezas, el grano abundante de los trigales rinden bajo el sudor fecundo de un millón o dos de honradas frentes”, decía el diario La Capital, reflejando las dos caras de la realidad de la provincia, por un lado la pujanza económica y por el otro el esfuerzo de los hombres que hacían posible esta realidad.

El 25 de junio de 1912, en Alcorta una asamblea de agricultores declaró la huelga general, movimiento conocido como “El Grito de Alcorta” y Francisco Netri pronunció un discurso sobre la cuestión social agraria, recomendó prudencia a los colonos a fin de llegar a soluciones convenientes para las partes del conflicto y sugirió a los agricultores la agremiación. Luego presentó a la asamblea dos proyectos sobre arrendamientos agrarios que procuraban la protección para los arrendatarios.

Desde el inicio del conflicto Netri pensó en la constitución de una sociedad sindical agraria y se lo manifestó a Juan B. Justo, diputado socialista, en una carta que sería publicada en La Capital pocos días después, en la que también le solicitaba un proyecto de estatuto. Invitó a que colaborasen en el propósito a Daniel Infante, representante del gobierno provincial, y a Antonio Noguera, quien previamente había organizado en Pergamino un sindicato denominado “Unión de Agricultores”.

El 15 de agosto los colonos de las zonas agrícolas de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires respondieron a la convocatoria a una asamblea en Rosario. Al fin de la jornada se fundaba una sociedad sindical bajo la denominación de Federación Agraria Argentina. Netri leyó las bases de la nueva organización agraria, pasándose luego a nombrar sus autoridades y siendo elegido por unanimidad su presidente.

Él mismo aconsejó una vez más que aquellos colonos que habían arreglado sus conflictos con sus respectivos patrones procedieran a trabajar los campos, como también aquellos que abonaron por adelantado sus arrendamientos.

Tras la constitución de Federación Agraria Argentina, Netri creó el periódico La Tierra. El primer artículo que redactó lo tituló “La huelga”, y brindó información sobre los sucesos en Alcorta y la importancia de que en al movimiento agrario se habían plegado más de cien mil colonos de la región.

Hubo también diferencias internas entre nogueristas y seguidores de Netri, quien se manifestó en favor de una organización apolítica, sin distinción de credos y de partidos políticos, siendo la única condición ser chacarero.

El 5 de octubre de 1916, al salir de su casa, el Dr. Netri fue asesinado por Carlos Ocampo, ex empleado de Federación Agraria. A Ocampo se lo consideró el autor del hecho, pero ¿alguien había pagado al asesino del Dr. Netri?

La Capital narró lo sucedido, afirmando: “Con las declaraciones de Ocampo se desmintieron los rumores que se hicieron circular enseguida del hecho, considerándose a Ocampo como agente comisionado para el asesinato”.

La vida de Francisco Netri terminó en forma dramática e inesperada, siendo los motivos del atentado que terminó con su vida una incógnita. Sí podemos afirmar que el compromiso con la abogacía lo condujo a involucrarse con la sociedad, para atender especialmente los problemas del sector agrario. Su rol de mediador lo llevó a ser un protagonista en el conflicto social de la época. Promotor de la agremiación y de las prácticas del asociativismo e impulsor de una política conciliadora. Sus convicciones lo animaron a proyectar leyes agrarias que pretendían intervenir en los contratos privados, en tiempos que el derecho era signado por consignas del liberalismo que llevaban a un concepto absoluto de la propiedad.

Su muerte no concluyó con sus proyectos: todo lo contrario, fue un ejemplo a seguir de muchos actores sociales que buscaban una sociedad más justa y equitativa.

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